“Si no lees la prensa estás desinformado, y si la lees, estás mal informado”. Denzel Washington.
Fue precisamente el tan flamante como indigno premio Nobel de la paz, el presidente colombiano Santos -el artistazo de los ‘falsos positivos’ en sus FFAA y paramilitares, que presentaban campesinos asesinados disfrazados de guerrilleros-, el que al menos el otro día tuvo el detalle de al mencionar fenómenos de insurgencia terrorista, junto a los trillados casos de Iraq o Siria, citó al olvidado Sudán del Sur. En ésta última barbarie sigue operando con casi treinta mil niños-soldado el llamado ‘reverendo metralleta’ Joseph Kony, líder mesiánico del Ejército de Resistencia del Señor. El porqué la prensa europea apenas cita sus masacres, sin aludir jamás al fenómeno jamás como ‘terrorismo cristianista’ -al igual que antes con el IRA o con curas armados en Latinoamérica-, sigue siendo un misterio.
Resulta indignante como le dan cacha a noticias, y solapan otras no menos monstruosas. ¿Ya no existe un periodismo riguroso que repare en el ‘qui prodest?’ clásico, el ¿a quién beneficia? a la hora de indagar la bestialidad de acciones criminales hipermediatizadas. A propósito del vil asesinato del embajador ruso en Ankara, se entiende que Israel y EEUU pudieran querer dinamitar la nueva entente, incluso que la policía turca sea tan torpe que no lo capture vivo, para estudiar probables manipulaciones neurológicas o inducidos fanatismos por las cloacas de ciertos servicios secretos.
Lo que no puede tolerarse es que pudieran estar volviendo a practicar autoatentados de baja intensidad y falsa bandera, con objeto de crear estados de opinión favorables a exterminios silenciados y a la carrera armamentista. Por suerte han detenido a la alimaña que condujo el camión contra un mercadillo en Berlín. Pero son muchos los detalles que recuerdan los tiempos de aquellas Operaciones Gladio al servicio de la satanización de una minoría ideológica, para hacerla aborrecible al resto de la sociedad. Ayer fueron los comunistas en Italia y otros lugares de Europa. Hoy toca demonizar socialmente a los musulmanes… ¿a quién le importará entonces del genocidio de los Pueblos palestino, sirio, iraquí, yemení, libio, somalí, afgano, etc? ¿Quién se quejará de los colosales gastos en armamento en plena recesión? Lo importante es que no se repita un nuevo Vietnam, y la batalla de meterse en el bolsillo a la moldeable ‘opinión pública’ se pierda. El precio de la sangre vertida de inocentes ya han demostrado algunos de sobra en el pasado que les da igual.
La foto les ha quedado a los xenófobos y racistas para enmarcar. Un camión ‘negro’ -color del Maligno- derriba el árbol de navidad -simbolo cultural ‘occidental’- en Berlín, un camionero católico polaco yace muerto en la cabina a tiros, y al fondo la Iglesia del Recuerdo, la cual rememora a los caídos en la II Guerra Mundial. Antes siquiera que se supiese el origen, en apariencia pakistaní, del agresor, tertulianos y el amarillismo habitual ya lo relacionaba con Niza, y apuntaba al ‘yihadismo’, término comodín como antes ‘rojo’ para aplicar la reeditada ley de sospechosos a más de mil seiscientos millones de musulmanes.
Sin embargo algo no encaja en el cuadro. Tranquilos, entonces se minimiza o tergiversa, o directamente se encubre en el maremágnum del candelero informativo. En medio del doblar de las campanas en los rotativos y micrófonos, un asesino de negro y con capucha entra en un Centro Islámico de Zúrich, y ‘a la hora de la plegaria’ en la mezquita, dispara a sangre fría a los asistentes dejando tres heridos graves. Sin embargo, para nuestros objetivos reporteros y contertulios de las JONS el brutal asesino no es calificado de ‘terrorista’ y el hecho ocurrió ‘cerca’, y hasta todos parecen olvidar la matanza de Utoya en Noruega, setenta y siete muertos en su mayoría menores perpetrados por un nazi matándoles como corderos, en un encuentro de las juventudes socialdemócratas de allí. Se despacha rápidamente el asuntilllo, sin atender a las complicidades, y pelillos a la mar. Un muerto aparecido esa noche en Zúrich, como los muchos que aparecen fallecidos por infarto en invierno, les sirve para solapar el tema. Ni siquiera les importa que la repugnante jauría del facherío en multitud de comentarios en prensa y twitter, califique al homicida de ‘héroe’ y alaben la ‘hazaña’ de disparar a matar a personas indefensas rezando. Ya sabemos que el terrorismo o las apologías del mismo, según parece, sólo son perseguibles por la fiscalía si son de izquierdas o no atentan contra los políticamente incorrectos.
Y claro, ¡cómo no!, así va la sociedad como va, a pesar de los patéticos esfuerzos de Francisco I, jefe de los purpurados de oro, por dotar de algún atisbo ético a su telelobotomizada
parroquia…