Las personas que ocupaban las viviendas en el Paseo Marítimo de Garrucha, generalmente veraneantes, se han venido quejando históricamente del polvo que levanta la carga de yeso en el muelle del puerto, hecho que cesó tras la elección de Andrés Segura Soler como Alcalde por el PSOE al establecer con sumo éxito que la industria de la exportación de yeso no podía ser considerada por los garrucheros y residentes como enemiga sino como una aliada, y ha vuelto a reproducirse esa enemistad durante los últimos días de viento de levante..
Andrés Segura consciente del problema existente, y en ese momento tras la crisis social generada por las revueltas desencadenadas la carga de yeso en el muelle de carga del puerto, acometió con indudable éxito la resolución del problema, visualizado a través de un panel informativo colocado en el mirador del Paseo Marítimo a través del cual todos los viandantes podían conocer en tiempo real la polución atmosférica y calidad del medio ambiente.
Pero por razones difíciles de entender, solo atribuibles al sometimiento del Alcalde ante el poderoso aglomerado de intereses económicos, tras la salida de la Alcaldía de Andrés Segura ha quedado el panel informativo como una rémora del pasado y colocado a sus sucesores, Juan Francisco Fernández y María Antonia López, como alcaldes serviles utilizados por el poder empresarial.
Así mismo, las estanterías de la biblioplaya en Garrucha se están convirtiendo en el icono de la política clásica que tanto detesta un sector social que ha encontrado cobijo en la nueva Izquierda, porque ahora están haciendo diez años que fueran instalada como equipamiento cultural de la playa por quien fuera concejala de Cultura del alcalde socialista Andrés Segura y hoy alcaldesa del PSOE, que durante su etapa en la oposición criticó a su hoy antecesor Juan Francisco Fernández y consiguió el aplauso generalizado.
Con estos antecedentes, el haberse puesto en funcionamiento cuando era concejala de Cultura, se pensó cuando accedió a la Alcaldía que la biblioplaya volvería a deleitar a los muchos amantes de la lectura en la playa y así dar cumplida respuesta cultural, pero la triste realidad es que tras dos años de mandato las estanterías se encuentran forradas con lonas para evitar su corrosión mientras el Equipo de Gobierno padece el desgaste que pretende evitarle a la biblioplaya, que se encuentra sumida en la soledad y escuchando los comentarios que le dedican desde que los sucesores de Andrés Segura se olvidaran de que ondeara la Bandera Azul como el más valioso y preciado galardón que puede ostentar una playa que se precie y que nada tiene que ver con la Q de Calidad.
No se hace necesario un alarde de recursos económicos para poner la biblioplaya en funcionamiento sino lisa y llanamente voluntad política, olvidando necios refranes de lugares donde impera la envidia, como “prefiere cortarse el brazo por tal de que se corte un trozo de mano”.
El atropello del yeso no tiene nombre. La Junta de Andalucía nos mira por encima del hombro y en ese aspecto el Ayuntamiento de Garrucha actúa igual. Menos mal que la oposición, sin ningún reparo, da la cara por nosotros, lo que ya es un consuelo.
¿Alguien cree que la clase política de Garrucha sería capaz de levantar bandera en defensa de la limpieza atmosférica y posicionarse públicamente en contra de la polución que produce el yeso?
Se admiten apuestas. Jesús, que cosas se le ocurren a este hombre.
Sin embargo, el Ayuntamiento ha prestado un buen servicio de playa, que realza la imagen de Garrucha y promociona el turismo.
También hay que destacar lo cuidada que está la calle Mayor con sus muy floreciente maceteros, tanto los del suelo como los de las farolas, estos últimos ha sido un acierto pues sus muchas flores alegran la calle. Desde luego la calle está muy bonita
Lo único que desentona son los bancos, los cuales ocupan mucha anchura de la calle; los que había antes eran más bonitos y ocupaban menos acera,