La victoria electoral sin paliativos de VOX en los pasados comicios electorales no nos ha sorprendido a algunos, porque se estaba haciendo previsible tras el comportamiento de nuestra clase política que ha inducido a algunos observadores internacionales a asegurar que España necesita un reseteo democrático, o, lo que es lo mismo que yo viene a demandar en 2015 como españolito de a pie y como si hubiese sido por inspiración divina, una refundación del sistema político de libertades públicas que nos dimos en 1978.
Me sorprendió enormemente que tras los últimos comicios electorales autonómicos se tildara a VOX como una fuerza política de Extrema Derecha, porque lo que demandaba es lo que en tertulias pedimos los andaluces de toda condición social e ideología política. Y tan es así que much@s afiliad@s al PP y al PSOE así como votantes de otras fuerzas políticas han votado a VOX desde entonces, que fue cuando comenzó a conformarse como una fuerza política parlamentaria.
Entonces fueron vari@s los que me felicitaron, para gran regocijo personal, por la victoria de VOX, porque me asociaron con mi actividad política juvenil durante la que confundé Alianza Popular en Granada y fundé Derecha Democrática Española en la provincia de Almería. Y quienes me felicitaban, reitero mi regocijo personal, son catalogados como personas inteligentes y profesionales que niegan la evolución aún manteniendo los principios tildados por algun@s como radicales.
En este contexto durante la segunda mitad de la década de los 90 se alzó con la victoria electoral en Roquetas de Mar el adolescente Partido Popular, a donde comenzaría a llegar, según el comentario popular avalado por varios empresarios agrícolas, los moros y negros que saltaban la valla por Ceuta, produciendo un cambio radical en la mano de obra en los invernaderos, donde diez años antes eran noticia los negros que trabajaban en ellos y a sus empleadores veníamos a llamarles periodísticamente “negreros” por su exclavitud. Entonces, como digo, se produjo un cambio radical en la mano de obra agrícola, porque pasó a ser africana en el Poniente Almeriense, donde hasta finales de los 90 se cuantificaba en torno a los 8.000 para aumentar indefinidamente semana tras semana, como digo en expresión popular.
Como consecuencia del cambio de nacionalidad en la mano de obra en los invernaderos del Poniente Almeriense la población censada aumentó espectacularmente y Roquetas de Mar pasó a ser el mayor municipio de la provincia en número de habitantes, desbancando a El Ejido, con lo que todo eran ventajas para los empresarios agrícolas al pasar a nutrirse de mano de obra barata y desprenderse de mano de obra regulada, española en su inmensa mayoría.
La ‘crisis del ladrillo’ supuso un antes y un después también en El Poniente Almeriense donde numerosa mano de obra quedó desempleada y la inmigración provocó situaciones dantescas en el aspecto personal y generó un problema social que aún persiste, manifestándose en la inseguridad ciudadana. Curiosamente, como si se tratase de ciclos, cuando España caminaba hacia la democracia tras la muerte de Franco, recuerdo perfectamente que desde las posiciones más conservadoras del arco parlamentario se ponía especial énfasis justamente en la inseguridad ciudadana que era defendida como patrimonio franquista.