Durante mi infancia en Berja oí por primera vez hablar del castillo de los moros. Era un lugar antiguo, olvidado al que ocasionalmente iban niños aventureros de la localidad. A buen seguro que las gentes del pueblo tenían constancia del pasado islámico de Berja. Y como podrán comprobar no era para menos. Aquellas primeras excursiones aventureras de infancia a aquel enclave estratégico estaban llenas de magia por descubrir lo desconocido. Donde paseábamos por aquel cerro de Villavieja era ni más ni menos que el origen del poblamiento de la ciudad de Berja. Para nosotros no dejaba de ser un lugar asombroso pero eran tiempos donde nos gustaba perdernos por cualquier rincón oculto del amplio término municipal de nuestra localidad y este era de los más secundados por la chavalería de los años 80.
Tras la visita luego íbamos pregonando donde habíamos estado a otros niños y esto provocaba siempre un efecto dominó para que las visitas al lugar nunca cesasen. A pie o en bicicletas, el caso era vivir una tarde de aventuras tras la salida del colegio. Eso sí seguro que más de un lector recuerda que el encendido de las farolas era el momento de regreso a casa. Todo lo que se tardase de más luego era recibido de igual forma en regaños. Pero dirigiendo nuestro relato hacia aquel singular emplazamiento…
Es este un lugar emplazado en el barrio virgitano de Benejí donde la historia se palpa al pasear por su entorno. Nos referimos al conjunto arqueológico de Villavieja: ciudad romana y medieval. La tardorromana Villa Vergi tiene su origen en los momentos finales del Imperio Romano. Por aquel entonces la cercana colonia de origen fenicio Abdera formaba parte de la red de ciudades costeras de Hispania. La relación y cercanía de la misma con los habitantes autóctonos de esta tierra generaron a través del comercio el descubrimiento de esta tierra como lugar apacible, tranquilo, rico en aguas y de bonanza climática, arropado entre lomas y sierras es raro que el viento se cebe con este lugar.
Por otro lado, la permeabilidad de la roca caliza del macizo de Sierra de Gádor generó una amplia y desconocida red de canales subterráneos que confieren a este lugar una riqueza hídrica mayúscula. De la tierra brotas grandes manantiales que riegan toda la vega virgitana y dan sentido al asentamiento humano. Como decía el insigne Manuel Gómez Moreno “allí donde había agua el hombre tomaba asiento”.
Esta riqueza en aguas atrajo a la aristocracia romana a esta tierra para asentarse. Prueba de ello es el magnífico Sarcófago Paleocristiano de Alcaudique, datado del S.IV enclavado en el período tardorromano y encontrado en el paraje de La Jarela en 1923 por el agricultor Gracián Villegas en la puerta de un cortijo de su propiedad a escasos centímetros de profundidad del suelo. Siendo alcalde de la localidad D. Antonio Oliver tuvo lugar la adquisición del mismo por el Ministerio durante el reinado de Alfonso XIII.
En prerrogativa regia que decía así:
S.M. el Rey (q.D.g.) ha tenido a bien disponer lo siguiente:
“1º De conformidad con los artículos 5º de la Ley de 7 de julio de 1911 y Reglamento de 1º de Marzo de 1912, se declara en propiedad del Estado el sarcófago de mármol blanco con relieves cuyas representaciones son asuntos de la vida de J.C. de arte romano cristiano correspondiente al siglo IV de J.C. hallado casualmente al extraer tierras en una finca sita en el paraje denominado “Santa Muña”, término municipal de Berja (Almería), propiedad del vecino de dicha villa D. Gracián Villegas.
El agricultor fue indemnizado con el cobro de la mitad de la tasación legal del mismo. Los tasadores encargados de esta tarea fueron D. Ramón Mélida, Académico de número de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando y el Sr. D. Ricardo Orueta, Académico de número de las Bellas Artes de San Fernando.
De este importante hallazgo existe una copia en el Museo de Almería y el original reside en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid.
Otro gran vestigio que atesora Villavieja es el Anfiteatro romano, uno de los siete que se conservan en Andalucía. Encuadrado dentro de la Bética, provincia a la que quedó adscrita la Villa Vergi en la división territorial y administrativa que hizo de Hispania el emperador Agusto en el año 27 a.C. (la Lusitania, la Baética y la Tarraconensis).
En el mismo tuvieron lugar luchas de entre gladiadores y posiblemente con todo tipo de bestias. Debió ser el divertimento de estas aristocracias terratenientes romanas y el momento de disfrute por parte de las élites de la comarca. Recordemos que en Roma trascendental aquella mítica expresión de pan y circo. De estructura elíptica, los romanos aprovecharon su excavación en la roca para establecer unas gradas posiblemente de madera de las que no ha quedado vestigio alguno. Pero si pueden observarse los cubículum o espacios de defensa funcionales al estilo de los burladeros de las plazas de toros actuales aunque no está clara su función exacta.
Fueron tiempos donde la romanización llegó a Berja, las costumbres, las tradiciones, el latín y el modo de vida se adaptó al estilo romano. Incluso hoy día podemos observar la herencia del parcelario romano en la forma de las explotaciones agrícolas que generalmente tendían a ser en forma de rectángulo para que los animales de tiro pudiesen arar en línea recta evitando tener que girarlos lo menos posible de posición con los agravios que esto podía suponer al mover el tradicional arado romano de vertedera.
A su vez el visitante al entrar en Villavieja observa los lienzos de muralla de una ciudadela que recorrían una longitud de nada más y nada menos que 1300 metros. Nos referimos a la imponente Alcazaba del Villavieja, erigida por la tribu yemení de los Banu Hassan en el S.IX y cuyo perímetro en extensión la cataloga como la segunda alcazaba de la provincia de Almería. El tapial era la técnica arquitectónica utilizada por los musulmanes en la construcción de esta imponente fortaleza. Consistía en la mezcla cal, arena y tierra apisonada y fue muy usual durante la existencia de Al Andalus. El desmoche de la ciudad de Villavieja pudo hacerse horadando las murallas y arrastrándolas hacia fuera con bestias que provocarían su derrumbe final ya a inicios del siglo XVI.
Actualmente los restos de aquel período son:
a) La torre del espolón al norte, lugar de vigilancia pero también por donde posiblemente entraba la red fluvial de acequias que por razones de desnivel abastecían a la ciudadela por la zona septentrional.
b) Los lienzos de muralla que han perdurado son los de la cara oeste donde podemos observar la robustez de los mismos y su imponente altura que le conferían la cualidad de inexpugnable.
c) Los algibes árabes dentro de la ciudadela como prueba de almacenamiento del agua tan necesario dentro de la fortaleza para el mantenimiento de sus moradores.
d) Los baños Hispano-musulmanes del barrio de Benejí (Beni Hasin musulmán) del siglo XII de época almohade. También conocidos como el Daimú que significa pequeño edificio termal. Aunque están fuera de Villavieja su proximidad a la misma nos informan de la riqueza y estabilidad de esta sociedad andalusí asentada en este lugar. Se abastecían de agua de la Fuente de Alcaudique, la Caput Aquae romana, o cabeza de agua.
e) La necrópolis almohade del Portón de Rigualte, barrio extramuros de la fortaleza por su cara este con 112 sepulturas musulmanas que actualmente están pendientes de analizar. Como todos sabemos los esqueletos estaban enterrados de costado y con la cabeza en dirección a La Meca siguiendo la tradición musulmana.
f) La torre albarrana que conectaba con la fuente de la Rana del barrio de Rigualte como otra posibilidad hídrica más de abastecer a la ciudadela.
La Alcazaba de Villavieja era el centro en base al cual estaba organizado un conjunto de alquerías dispersas por toda la vega Berchaf
¿Por qué no llegó la imponente fortaleza a nuestros días? Tras la conquista cristiana de Granada en 1492 la reina Isabel la Católica ordenaría unos años más tarde la destrucción de dicho emplazamiento para evitar que la población morisca tan importante en la comarca de la Alpujarra volviese a hacerse fuerte y provocase signos de rebeldía ante la cruz cristiana.
El poeta Abén Charaf compuso bellos versos en un Medievo lleno de oscurantismo pero donde la civilización islámica implantó grandes avances en el regadío, la explotación de la tierra, el cultivo de la seda y donde la cultura irradió brillando con luz propia para perpetuarse en esta tierra hoy cristiana.
Cada día son más las excursiones de escolares, curiosos y visitantes que deciden trasladarse en el tiempo a aquella antigüedad que supuso las raíces del poblamiento de Berja. Romanos primero y musulmanes después confirieron a este entorno un aire de pasado, de historia y de grandeza. Las vistas desde lo alto de Villavieja dominan toda la vega virgitana y hasta puede observarse la llamada Cuesta Empedrá en el paraje cercano de la Sierrecilla que unía el paso de Vergi con la costa.
La Junta de Andalucía lo declaró en 1987 Bien de Interés Cultural. Por tanto el visitante al entrar a Berja debe tener cita obligada con este conjunto arqueológico romano y medieval en el cual residen casi dos milenios de historia de nuestro pasado. Pero aunque de importancia capital para conocer nuestros orígenes no serán los únicos atractivos que posee esta localidad, puerta de la comarca de la Alpujarra por su vertiente sureste y que hoy respira aires de historia dentro de la comarca del poniente almeriense.