El día a día de una alcaldesa se convierte, a veces, en un vaso que rebosa constantemente, una prueba de fondo en la que la paciencia es la madre de esta ciencia que llamamos política local, pero en la que el silencio y dejar pasar las hombradas de algún insensato con tal de evitar la confrontación no es quizás el mejor camino. Durante dos años al frente de Cantoria buena parte de mi trabajo ha consistido en recomponer una situación económica que les puedo garantizar era totalmente desastrosa. Junto a ello, y en este mismo tiempo, gran parte de las obras llevadas a cabo en mi pueblo no han podido ser el reflejo de la ejecución de esas ideas que nuestro equipo llevaba entre programa y mente para hacer la vida un poco mejor en nuestro entorno. Y todo porque sencillamente nos hemos tenido que dedicar a remendar lo que el anterior equipo había hecho y que, literalmente, se había venido abajo con las primeras lluvias del año. Edificios públicos a medio construir y sin uso, incluso una piscina cubierta que se hizo sin contar con quienes la debían utilizar y nunca podrían acceder a ella porque, sencillamente, no cumplía con la más mínima normativa.
Todo tiene arreglo si te dedicas a trabajar en ello, y finalmente estamos consiguiendo poner en orden ese desaguisado que no es simplemente la queja de una alcaldesa, sino un hecho constatado porque de no haber sido así los dos últimos alcaldes del PP de mi pueblo, Pedro Llamas y Gaspar Masegosa, no estarían condenados por la justicia e inhabilitados para cualquier cargo público durante años y años.
Aún así, a día de hoy, tengo que aguantar que el Partido Popular de Cantoria crea que puede desestabilizarme emocionalmente, porque soy mujer, con notas de prensa dedicadas al marido de la alcaldesa, mi esposo y padre de mis hijos, a quien una juez ha condenado a pagar 600 euros por llamar gilipollas a José María Llamas, hermano del alcalde condenado e íntimo del otro también devuelto a corrales por orden judicial. Obviamente no comparto lo ocurrido porque ni tan siquiera ese gilipollas iba dirigido a José María Llamas, pero ocurrió en el transcurso de un pleno y un juez lo interpreta de esta manera. Puede que otros no. Pero si ese supuesto gilipollas al hermano del alcalde condenado por corrupción urbanística hubiese sido en la calle, caso en el que no habría delito alguno, realmente tampoco lo compartiría pese a que medien constantes provocaciones, porque en un pueblo de apenas 3.000 habitantes no hay mucho margen para este tipo de trifulcas o, sencillamente, no debería haberlas. Al final uno se quedó con su gilipollas, otro con 600 euros menos y el PP con una excusa para criticar a la que suscribe, pero hasta ahí llega esa manifiesta inteligencia política de quienes convirtieron nuestro pueblo en uno de los centros de atención por la proliferación de viviendas ilegales, cuando igual interesaba más prestar atención al gigante empresarial que crecía a nuestros pies.
Ahora bien, lo que el PP de Cantoria no cuenta y ahora lo haré yo es que dos de sus candidatos en la última legislatura han tenido que dejar su acta o no recogerla tras ser condenados por corrupción urbanística. Un tercero lo deja por “razones políticas” e imagino que argumentos no le faltan, y un cuarto se niega a ocupar su puesto porque no está dispuesto a participar de ese circo en el que unos pretendidos caciques quieren convertir el Ayuntamiento de Cantoria, e imagino que toda esta historia tiene por objeto que no se vea que se han quedado solos, que nadie les quiere, ni tan siquiera los que iban en su propia lista.
En apenas dos años he descubierto dos cosas. La primera que un pueblo avanza más rápido si su alcalde no tiene intereses urbanísticos ni favores que pagar a terceros, si se llega sin hipotecas. Y la segunda es que si mi partido así me lo permite volveré a presentarme a la reelección, quiero revalidar la mayoría absoluta que disfrutamos en esta legislatura porque ya no es el momento de los Llamas, ni los sumarios judiciales por corrupción urbanística o del reparto de obras entre familiares y amiguetes. Es el momento de Cantoria como pueblo, como comunidad, y ahora lo vamos a aprovechar.
Cuando hace dos años entré en política municipal debo confesar que sentí cierto vértigo porque era algo que no estaba en mis planes. Quizás por algo tan personal como el hecho de que mi padre lo fue durante muchísimos años de su pueblo y siempre me quedó en el recuerdo esa persona a la que constantemente echabas en falta en casa, al hombre que pasaba más horas en el despacho de la alcaldía que en su taller, sin alcanzar a entender del todo el porqué. Años después, cuando dije que sí encabezaría la lista de Cantoria, fue también como reconciliarme con esa lección que creo que intentó transmitirme y que ciertamente pude tardar algo más en asimilar, la de la generosidad hacia los demás, pero quizás porque era otra época en la que la educación y el respeto estaba más a flor de piel o porque sencillamente era un mundo para hombres en el que se miraban más de reojo y se hacían menos el gallito. Esta política es muy distinta de aquella.
Durante dos años como alcaldesa de Cantoria he descubierto, sobre todo, que ser regidora de un pueblo pequeño no tiene mayores complicaciones si tus aspiraciones no son más que hacer que la vida de todos sea un poco mejor pese a los contratiempos diarios. También he decir que esta tarea es más llevadera para una mujer, acostumbrada a regir su casa y luchar por su estatus profesional, día a día y con poca más ayuda que la perseverancia de una misma. Es decir, no es una cuestión de sexo, sino de entrenamiento diario.
Después de lo que dice la Alcaldesa es de suponer que en los más de dos años que lleva en el cargo no habrá permitido de ningún modo que se hayan construido más viviendas en la vega de Cantoria, o en suelo rústico.
Quisiera saber a cuanto ascienden las 14 pagas que le satisface a Vd. el Ayuntamiento de Cantoria, ese pueblo tan pequeño que dice Vd en su escrito.
Asimismo, me gustaría saber si su esposo percibe también otras 14 pagas, a cuanto ascienden y el concepto de las mismas, ya que su marido no es funcionario municipal.
Según tengo entendido su esposo le dijo gilipollas a José Llamas en el transcurso de un pleno, Llamas en el estrado por su condición de concejal y su marido en el público, dicen que no iba en condiciones, no lo sé, lo que sí sé es que su marido le tiene animadversión a Llamas por algo grave que sucedió poco antes de las elecciones locales, lo que dio lugar a que el psoe lo apartara
de la candidatura que encabezaba. Cuente todo esto, Sra. Alcaldesa, merece la pena.
Convendrá conmigo que su escrito carece de objetividad, cosa que se entiende, pero lo que no se
entiende es que trate Vd. a Pedro Llamas y a Masegosa como unos vulgares delincuentes, corruptos por prevaricación urbanística, no siendo esa exactamente la verdad.
Habla vd. de viviendas ilegales construidas en Cantoria, y yo añadp que también en los demás pueblos de ese entorno, entre ellos Fines, el de su padre. Pero las viviendas ilegales de Cantoria, que han destrozado su vega, no solo son de Llamas sino que la mayor parte son de la época de los dos anteriores alcaldes socialistas, predecesores suyos, eso también debe decirlo Vd.
Por último debo decir, porque es justo, que Pedro Llamas ha sido el mejor Alcalde de la democracia, ya que ha transformado Cantoria en sentido más que positivo. Es la verdad, que cualquiera puede comprobar.
Estoy seguro que nadie me va a contestar con la verdad segura y fría,