La mejor forma de solucionar los problemas es adquiriendo conciencia de que se tienen, y para ello se hace necesario decirlo, sobre todo cuando se encuentran encumbrados en el poder y cubiertos por efebos políticos. Esta circunstancia es la que padece Garrucha en estos momentos, al existir la generalizada impresión de que el Equipo de Gobierno no ha cumplido una sola promesa electoral y el pueblo sigue tal y como se encontraba durante los ocho años de gobierno del PP, que a buen seguro se hubiese prolongado en el tiempo si no se hubiese dividido.
Mojácar se convirtió en el centro neurálgico del turismo en el Levante Almeriense y un competidor de otros lugares de renombre nacional e internacional hasta que tocó fondo y atravesó un largo período de letargo turístico que aún no ha superado del todo como se observa cuando se compara con las décadas de los 70 y 80. Pese a ello si se visita el casco urbano y se transita por el frontal turístico se puede observar la primacía del turismo joven localizado en la zona de los hiringïtos y pubs enclavados en las proximidades del camping, donde una visible presencia policial parece tener controlada la zona de la ‘movida’.
Avanzando por la costa de Mojácar se llega a Garrucha donde el contraste es impactante y sin acertar si se debe a la fecha que suele considerarse final de un mes vacacional y comienzo de otro, hecho que no se observa en la vecina localidad mojaquera donde tanto el cascourbano como en su frontal marítimo se encuentran visiblemente con un trasiego de coches y peatones elevado y propio de esta época del año.
La verdad y realidad de el grave problema de La Garrucha es el deterioro y contaminación de sus playas. Mientras no se tomen medidas, que nadie espere que nos baños más en sus aguas fecales.