“La ignorancia es la madre de la maldad, y de todos los demás vicios”. Galileo Galilei
Si han tenido que ir a adecentar la lápida de algún familiar, dejándole algunas flores en su recuerdo, ¿no se han quedado algo perplejos alguna vez al mirar de reojo a personas que platican con sus allegados fallecidos con naturalidad? Evidentemente ni los finados en el cementerio escuchan reporte alguno, ni pueden oler la fragancia de los ramos, por mucho que algunos programas radio-televisivos – aun desde cadenas públicas sin el menor decoro – alimenten las supercherías presentes entre los Pueblos a riberas del Mediterráneo, que a gran número de crédulos les dan el yuyu (por cierto, expresión del mundo subsahariano que procede de ‘magia’, en la que creen decenas de millones de nativos del África occidental y sus descendientes en América y Europa). Pues ahí siguen con obstinación, año tras año, los monólogos en los camposantos… que por lo menos mitigan el dolor y la tristeza, sin que ello pueda servir de excusa para otorgar a esas costumbres verosimilitudes de ultratumba.
Se trata de una fe ancestral que tiene sus orígenes en el Paleolitico, donde el umbral entre los nacidos y los difuntos creían que era permeable, con puentes de comunicación. No sólo propiciados por ceremonias de diferentes adoraciones animistas, también en el mundo de los sueños… de mucha mayor importancia que ahora en el marco de esos esquemas. No nos rasguemos las vestiduras tan pronto. No se nos oculta por el estudio de la decadencia política y cultural de la sociedad andalusí, con la descomposición del califato y la difícil pervivencia de islotes de ciencia en algunas cortes de los reinos de taifas. Con el grosero abandono de la filosofía – ¡término aún empleado con sorna y desprecio en el Magreb! -, la falta de entusiasmo por los saberes, ni siquiera la ebriedad del poder de vastos imperios como el de los almorávides y el de los almorávides pudieron socorrer a nuestros antepasados de la barbarie monárquico-papista invasora… abandonándonos en nuestra propia ignorancia autosatisfecha.
El genio de Ibn Hazm de Córdoba, hace mil años, describe el comienzo de nuestra hecatombe civilizatoria con elocuencia – ‘sufren por cosas que no comprenden, y discuten por bagatelas’ -, denunciando sin resultado el embrutecimiento progresivo de sus coétaneos. También el inmenso pensador sevillano Ibn Jaldún nos narra en qué se había convertido el antaño ‘Adab’ o eximia educación andalusí que asombrara al mundo durante siglos: leer memorizando el Corán, cuatro reglas aritméticas, una burda ‘historia’ áulica y aprender a componer los alumnos ripios, con gracejo chusco, para que en aquella decadente sociedad no terminaran poco a poco bostezando de aburrimiento hasta las rocas.
No falla. La represión mediante la fuerza, la coacción, el adoctrinamiento programado de unos u otros, e inducir al temor de las ideas o las personas para perseguirlas ha engordado a tantos gobernantes mediocres y a sus palmeros, de zafia vanidad, que no pueden ser ponderados los perjuicios provocados por tamaño cretinismo durante milenios. Amordazar la crítica, fumigar con el exilio y la muerte a librepensadores o heterodoxos… a nadie debe extrañar las nefastas consecuencias que ese oscurantismo acarrea: completa ruina ganada a pulso. Igual que los últimos ‘moriscos’ perseguidos por la genocida Inquisición se aferraban a sus textos para preparar ‘filtros de amor’ o predecir en vano o por casualidad el porvenir, hoy como ayer afloran cual setas los magufos, los fetiches y todo tipo de estúpidas prácticas adivinatorias.
Vale, despreocupémonos con suicida temeridad… los desmanes de los gerifaltes del ‘orden establecido’ así no peligran. Pueden seguirse perpetrando toda clase de injusticias con opacidad mientras algunos juegan en el tablero ouija con la misma superficialidad que al parchís. Hasta que un suceso escalofriante nos estremece y entre alharacas fingimos extrañeza porque un mundo tenebroso conviviese tan cerca de nosotros.
Hay que tener una total falta de escrúpulos y una ausencia de vergüenza absoluta para haber tratado de convertir la tragedia de un niño asesinado, durante los días que estuvo desaparecido el cadáver del niño Gabriel y la apoteosis ‘informativa’ final, en un ‘reality show’ obsceno y cruel utilizando a su desesperada familia de comparsas. Cualquier ser humano con una mínima sensibilidad ha quedado horrorizado.
¿Y todo para qué…? ¿Para que el partido de los EREs, en una práctica que viene siendo habitual, tras sacar pecho constitucional oponiéndose a amparar la cadena perpetua camuflada, preste algunos diputaditos de saldo, abteniéndose o ausentándose del escaño con discreción pasado un tiempecillo, y le haga el juego a su socio el partido de la Gürtel y sus veletas compinches naranjas, en su empeño por poner a desfilar a la sociedad civil al paso de la oca?
Con respecto al caso del infeliz ‘Pescaíto’ creemos que no se han tenido en cuenta las posibles creencias de la detenida confesa del crimen, tal vez relevantes en el móvil. Juzgando otras culturas o Pueblos con nuestros anteojos etnocéntricos no evitaremos que posibles asesinatos premeditados y alevosos tan atroces como éste se repitan en el futuro (la intuición del bueno del padre, Ángel, de que la muerte de su hijo habría podido salvarle a él, veremos que no va muy desencaminada). Máxime teniendo en cuenta que gran número de afrodescendientes seguirán migrando hacia Europa, desde África y América, seres humanos excepcionales casi en su totalidad que no merecen discriminaciones.
Me refiero al mundo de la ‘santería’ caribeño-carioca, tradiciones ancestrales de la religión Yoruba totalmente desvirtuadas por el sincretismo con la religión católica, al forzar la conversión al credo vaticanista de los esclavos africanos con los que amasaron pingües fortunas en América españoles, portugueses, franceses y otros imperios ultramarinos europeos.
¿Es irrelevante que el niño Gabriel fuese golpeado con el envés de un hacha, elemento apotropaico asociado al ritual del Orisha Xangó (equivalente a una especie de tronante santa Bárbara hipertrofiada para sus creyentes en América), divinidad ‘justiciera’ que en Africa, en su contexto original, se festeja sin problema con danzas y música de tambores? ¿También que fuese asesinado un martes, día al que está consagrado ese dios negro? (Sería importante también saber qué ropa vestía la acusada el día del crimen, pues el color blanco y también el rojo están vinculados al culto a esa deidad).
Hay que resaltar que en su origen esos cultos, privativos del babalao o ‘sacerdocio’, están estrictamente prohibidos a mujeres – y no llevan aparejados sacrificios rituales humanos -, ya que en su visión del mundo primitiva, en caso de incumplirse esta norma religiosa, se incurriría en la ira del mismo Xangó, de su divinidad suprema del Más Allá Olorun, de Ikú o el Hades negro, y de los Eguns o antepasados muertos. El hecho grabado de que la asesina tras perpetrar su posible macabro ritual hablase con el niño muerto nos indica que estaba adscrita al marco animista de ese tipo de creencias, heredadas durante generaciones, donde la frontera entre los vivos y los muertos queda desdibujada por los fieles.
Esperamos arrojar un poco de luz tal vez sobre tan turbio asunto, con el objeto de evitar dar pábulo a los que se aprovechan del caso para incitar al racismo y a la xenofobia, o vendernos ciertos políticos con demagogia penas cada vez más duras, aniticonstitucionalmente, buscando nuevos caladeros de incautos votantes. Si sólo sirviese para ampliar el horizonte investigador de los que sólo se quedan en aspectos ‘psicológicos’ o celos de la acusada, afroamericana de la República Dominicana profunda, ya habrá merecido la pena.
Indagando en fenómenos que desconoce la mayoría del común, quizá podamos impedir en el futuro sórdidos ‘exorcismos’ criminales o clandestinos rituales, como aquel que conmocionó a la sociedad granadina en noviembre de 1995, donde su novia acabaría con la vida de Juan José Jiménez Artigas, sometido voluntariamente sin ser un niño a una sesión de ‘santería’, pues creía estar poseído por un ‘ánima maligna’. Durante el vesánico rito el hombre recibió una paliza tal que las gravísimas lesiones le produjeron la muerte. Y atención, ¡el fiscal sólo pidió dos años a la oficiante de este espanto por ‘imprudencia temeraria’…!
Y alguno seguirá creyendo que su ‘ángel Marcelo’ le ayuda a aparcar el coche, y otras que ‘la Virgen del Rocío’ contribuirá a arreglar el paro o que el Airbus surca el cielo con el beneplácito de ‘la Virgen de Loreto’… ¡hay gente para todo, en frase del clásico! Siempre y cuando sus caprichitos confesionales, eso sí, se los paguen de su bolsillo, no obliguen a nadie a secundarles, ni hagan daño a los demás…
Sólo una administración laica, respetuosa de la pluralidad de las creencias pero a costa de sus propios adeptos, y velando porque ciertas prácticas no deriven en sectarismos fanáticos criminales o en subterfugios para lucrarse, permitirá que a la luz de la razón la sociedad civil eclosione en sus potencialidades máximas.
Agradecemos el hermoso gesto de que clubes deportivos se coloquen el logotipo de un pececillo en su equipación, en honor del inocente ‘Pescaíto’. Si bien el que podría representar la inmortal memoria del infortunado chiquillo Gabriel no se parece a un pez como los de Disney, azul Génova… Es un pez volador, con alas, sonriente, del color turquesa de las costas de Almeria, capaz de devolver a las gentes lo más excelso de nuestra propia condición humana.
Al-Hakam Morilla Rodríguez, Coordinador de Liberación Andaluza. Cuenta de twitter bloqueada por la censura: @lascultura. Nueva: @liberacionan