Las afirmaciones que el todavía Alcalde de El Ejido en torno a su procesamiento por unos hechos en su actividad privada me causan escalofríos por cuanto suponen otro exponente de la filosofía política que inspiran los Gobiernos del Partido Popular, al que vengo definiendo como una empresa con fines políticos y no como organización política al servicio social.
Lo que le está sucediendo al Alcalde de El Ejido no es la primera vez que acontece en España, ni siquiera en la provincia de Almería, por lo que me atrevo a aseverar que el futuro político de Francisco Góngora queda a merced de la Justicia, y simultáneamente en estos momentos se han producido unas declaraciones del Juez Castro atribuyendo a la corrupción en el PP gran parte de los problemas existentes en el tercer Poder del Estado, que por ende se encuentra socavado en la confianza de los españolitos y de las españolitas de a pie.
También es de actualidad recalcitrante los que está sucediéndole al Presidente de la Región de Murcia y los juicios de valor que en torno a su caso se están produciendo, una Comunidad Autónoma uniprovincial limítrofe con la provincia de Almería y a la que no por casualidad se le pretendió unir como Comunidad Autónoma cuando se conformaba el Estado de las Autonomías, tan casualmente que exactamente lo que está sucediendo en la vecina Murcia piensan muchos almerienses que es lo que ha ocurrido en esta provincia.
Es sabido, y en cuantas ocasiones se me brinda la oportunidad suelo manifestarlo, que yo me inicié en la política orgánica en Alianza Popular y concluí en el Partido Demócrata Popular tras haber pasado por Derecha Democrática Española que fue lo que se me viene utilizando como arma arrojadiza pese a haber adquirido conciencia política beligerante el 8 de Diciembre de 1.972 tras haber sido detenido por la Policía Armada y habérseme acusado de pertenecer al Partido Comunista de España y de atentados a la Seguridad del Estado y a los Cuerpos de Seguridad, y por cuyas razones se me expulsó de la Universidad en España.
Pues bien, permítaseme este inciso como reseña de mi andadura pública para asegurar con suma convicción y firmemente mi conocimiento de la actividad política, que ha evolucionado hacia la aniquilación de los valores tradicionales que la inspiraban con el único propósito de instalar la corrupción política. No solo se trata ya de una percepción personal que levantara ampollas cuando hace dos lustros la analicé, lo que me hizo acudir a la Notaría como lo hiciera el empresario vasco Olarra, sino la constatación de que los dirigentes políticos opuestos a lo que antaño se entendía como personas de bien y se erigieron en referentes sociales son hoy los triunfadores en la actividad política, y cuanto más se encuentre cuestionada su honradez mayor consolidada encuentran su posicionamiento político. De este modo podría establecer la ecuación de que la honradez es inversamente proporcional al nivel político del cargo público.
Al reseñar esta ecuación se me viene a la mente la frase de Albert Rivera preguntándose lo que debe saber el Presidente Sánchez para que el Presidente Nacional del PP lo apoye. Si esto lo aplicamos en Almería estoy invitando a los almerienses a que hagan un alarde de imaginación, porque intuyo que no se equivocarán y concluirán en hechos ciertos que están acaeciendo en las cloacas.
Sin pretender divagar vengo a concluir manifestando mi fundada sospecha de que Francisco Góngora no dejará de ser Alcalde de El Ejido hasta que las urnas lo cesen. Contamos con una Justicia y una clase política también interpretativas que presumiblemente evitarán la renuncia a la Alcaldía de Francisco Góngora como en cualquier país civilizado ocurriría, como por ejemplo Alemania, donde un Ministro de la Canciller Ángela Merkel presentó su dimisión por haber falsificado su título universitario en la juventud. Lo que está poniendo de manifiesto Francisco Góngora es su voluntad de seguir como Alcalde aduciendo que está “padeciendo una persecución mediática”, en la seguridad de que sus correligionarios no le invitarán a llevar a cabo la renuncia por temor a que las alcantarillas se agrieten y porque posee la convicción plena de que en el PP justamente lo que le ha sucedido le supone un afianzamiento político.