Es pequeño el puesto que ocupa en lo alto de la plataforma de la colina existente en el coto, pero ello no es óbice para que haya oteado el coto y escuchado el pioleo de las pollas en buena situación mientras las degusta generalmente bajo los efectos de insecticidas que es cuando más piolan y lo sonidos del pioleo se hacen más intensos y profundos.
Esta circunstancia produce dos efectos beneficiosos para La Chupa: la atadura que supone la degustación de la polla y el pioleo que ha producido durante este ejercicio. La atadura por cuanto son pollas en buena situación y con ligazones, y el compromiso que produce el pioleo intenso y profundo bajo los efluvios de insecticidas. Un auténtico cóctel que administrado en corto plazo produce los efectos de una bomba de relojería contra la que hay que luchar y que solamente se puede aislar comedidamente metiéndola en el puesto, por baja que sea la colina.
La Chupa es consciente de que el único mérito para subir al puesto ha sido comer abundantemente pollas en buena situación, artimaña en la que se ha convertido en toda una experta, en una auténtica devoradora, en una engullidora que ha elevado lo que podría ser todo un arte en una indignidad, y eh aquí lo que provoca la hilaridad, aunque es verdad que ha conseguido una polla en buena situación que alineada ha generado estupor, no en algunas prendas que la han colocado en valor sino en algunos prendas que se han metido en el coto para conseguir sin nada que aportar.
Aquí estriba la revolución que ha producido en los aledaños del coto, donde existía un pequeño peldaño con el que pretendía fingir un poco al tiempo que provocada excitación en la pollada. Ese peldaño se estaba oxidando por la intemperie, el relente y sobre todo por las sales, pero lo que provocó esa oxidación evidentemente fue la ausencia de uso, que no fue suficiente para que las bases que le cubrían pudieran protegerle sino que ocurrió todo lo contrario con el peldaño y solo servía para utilizarlo como arma arrojadiza contra La Chupa.
Y entre el pioleo ensordecedor en la pollada y los palos que se llevaba con el peldaño, consideró con acierto que debía olvidarse del peldaño ya que acabarían por darle un palo en el puesto que le hicieran salir de él. Y justamente quienes le endiñaban con el peldaño eran muchas prendas que no comparten su criterio culinario, ni chaquetas que no consiguieron rozar la cazadora de La Chupa ni otros prendas que cuando echan pesticidas no consiguieron el propósito por el que casi se habían inundado aunque algunos alcanzaron ese propósito pero se encontraban muy aturdidos.
En este contexto le surge la necesidad de reponer el peldaño, y se encontró con que las pollitas le repudiaban, las prenditas le detestaban, los aledaños del coto lo ha convertido en un hervidero y la profunda crisis que nos queja ha sido un estímulo para construir un invernadero que llegó a completar pero por lo lisa que es su prenda no ha conseguido plantar el cultivo apropiado y se tiene la certeza de que tampoco hubiese encontrado quien lo cultivase por lo que tendría que haber recurrido a foráneos.
La situación es complicada porque La Chupa no solo se ha convertido en una prenda insostenible, indefendible porque su sola presencia produce sospecha pese a tener alineamiento, sino que se ha convertido en un auténtico problema para la pollada que no cesa de piolar y de combatir la plaga de insectos que sobre ellas se ha cernido y que la ha generado La Chupa, por ende es algo que tarde o temprano se veía venir pero que aún sigue convertida en una bomba de relojería.
Lo que está haciendo la pollada es esperar a que acabe la cosecha y entre tanto combatir la plaga que padece como puede, pero tiene claro la pollada que el pioleo que le llega desde otros cotos también se encuentra en esta dirección. Así, pues, a pesar de los manoseos de alguna prenda para limpiar la cazadora y echarle vaho, la coincidencia ya se va extendiendo y lo que todo empezó de esa manera ahora se está revirtiendo.