La Chupa, la cazadora de pollas en buena situación, anda aturdida por la incertidumbre que le genera el futuro inmediato y la pesadumbre que le embarga a medio y a corto plazo, por lo que busca ponerse a buen recaudo ejercitando su única y reconocida habilidad. ¡Que prenda!
En una situación tan cambiante climatológicamente y un coto tan variante que domina desde su exiguo puesto en la pequeña cima de la colina, La Chupa anda ansiosa, lo que agrava el desequilibrio de la conformación de su tejido, que a pasos gigantescos se va deformando por el uso abrupto y la despreocupación.
¡Que pena! Una prenda con tan escaso tiempo y tan elevado deterioro por el desequilibrio del tejido que lo conforma y en nada atribuible a su elevado y adecuado uso, y ha dejado la frondosa cremallera que es una lástima y sus botones negros azabache desconfigurados y semiocultos por el volumen de un amorfo tejido.
En esta época tan cambiante en el coto, La Chupa empieza a salir con frecuencia de su puesto y a dar una vuelta por el coto en la incesante búsqueda de una polla en buena situación, según alguna polla ha piolado debido a que su situación en el puesto es comprometida y ya no es vista como una buena cazadora sino como una vulgar ojeadora, debido a las tropelías cometidas en el ejercicio de sus degustaciones y a la nula discreción con que las lleva a cabo. Pero no contenta con ello, La Chupa se permite hacer proselitismo que en la práctica totalidad es rechazado de plano por la indignidad inherente.
Pero decía que La Chupa abandona su puesto para dar una vuelta al coto que se le había quedado pequeño y que cuyas degustaciones había trasladado a otros cotos donde las pollas en buena situación han piolado y empiezan a mostrar su preocupación, justamente ésta es la única razón por ser vital para su supervivencia en el angosto e incipientemente angosto puesto. Por ello es por lo que evidencia un persistente estado de deterioro la cazadora y lejos de hacer lo propio en estos casos se encomienda al diablo en una huída hacia adelante que está llamando poderosamente la atención dentro como fuera del coto.
Así es entendido porque los movimientos a impulsos de las cazadoras de pollas en buena situación son nefastos aliados, por el mal trato que da a la prenda y que a la postre es la que únicamente padece el deterioro, toda vez que las almejas están protegidas en sus conchas y las piedras cuanto más cretinas más duras de partir son, por lo que la alianza es pan para hoy y hambre para mañana. El elemento distorsionador al que se está sometiendo algunos aledaños del coto es la virtual alianza con cazadores en incesante búsqueda de conejos y cuantos más gazapos sean más preciados son porque jamás han conseguido estas anheladas crías, y caen también en el terreno de la indignidad manifiesta y elocuente porque empiezan a encarnar La Chupa en su versión masculina, que no por usual lo es más denigrante.
Por consiguiente, no se trata de géneros sino de comportamientos, y, reitero, tan indigno es un cazador de conejos en buena situación, como los que acaban de aparecer en el entorno del coto, como las cazadoras de pollas ilustres como en el caso de La Chupa. Tanto uno como la otra merecen el repudio generalizado y contundente, insisto, no por el hecho en sí mismo que por deleite es común e infinitamente saludable para el organismo sino por el precio que ponen a esta práctica que viene a ser muy antigua. En estos cazadores de gazapos en buena situación es donde está buscando refugio La Chupa por lo que la situación cambia radicalmente en algún aledaño del coto.
La Chupa busca refugio
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