La nueva concesión de la gestión de los dos puertos deportivos de Garrucha a una empresa que es considerada ‘fantasma’ y creada bajo influencia política con el fin de hacerse con la concesión ha generado una considerable incertidumbre social en la localidad que la alcaldesa pretende erigir en la capital del Levante Almeriense.
Tras la etapa de sosiego durante la gestión de Andrés Quesada, la Agencia Pública de Puertos de Andalucía se ha convertido en Garrucha en un sector productivo sobre el que se asienta la economía local como alternativa a la pesca y a la inconsolidada hostelería.
Lo que está pasando en el puerto de Garrucha es fiel reflejo del sistema de VOTO CAUTIVO que hay en Andalucía. En Garrucha lo aplica Alfonso (Xll) porque se lo permite, o recomienda, la Sultana (Díaz).
Aquí el caciquismo no ha cesado, solo ha cambiado de manos.
En una televisión comarcal Juan Francisco, Cuqui, se ha postulado como candidato a la alcaldía de Garrucha el año que viene. Ha dicho que va a ser un alcalde estupendo, lo nunca visto. Virgen santa, que horrible sería que ganara. Tenemos que rezar mucho para que eso no suceda. Amén.
Sería bueno que alguien diera una pista de por donde van los ‘tiros’. Porque si hay corrupción se debe denunciar cuanto antes.
El puerto de Garrucha se gestiona mediante un modelo anclado en el pasado. En el farolillo rojo vive Canovas del Castillo y en el verde Alfonso Xll.
Toda la dársena es un parque temático del caciquismo clientelar del siglo XIX.
Un día el modelo reventará, pero de momento esto es lo que hay.
Después de décadas de caciquismo y de impunidad, cualquier cosa puede pasar con éste asunto de la nueva concesión. La forma de conseguir la instalación de los actuales negocios de hostelería en la explanada del puerto deportivo, nos da pista de cómo se dará la próxima. Cualquier cosa sucia puede ocurrir.