España ha gozado durante estos casi cuarenta años, como si los ciclos políticos duraran cuatro décadas, de cierta estabilidad política que ha generado una gran tranquilidad social, lo que parece haber alterado sensiblemente el clima socio-político tras una etapa que la clase política ha colocado a los españolitos y españolitas de a pie a los pies de los caballos.
La inestabilidad política, que ha alterado el clima social, única y exclusivamente es atribuible a nuestra clase política, que ha convertido el concepto de servicio con el que la actividad política se inició durante la Transición Política, concebido ciertamente durante el Régimen de Franco, en un actividad privada con la que se administraba la Administración Pública que se gobernaba, provocando un latrocinio equiparable a los regímenes más corruptos del Tercer Mundo.
Desde mi punto de vista hemos llegado a tan elevado grado de indignación popular ante el desprecio de nuestros gobernantes por el malestar ciudadanos de tales prácticas, llegando los dirigentes de Partidos Políticos a provocar a sectores poblacionales al encargas tareas administrativas públicas a personales sumidos en las sospechas más fundadas de practicar comportamientos latrocinales. Solo eran predecibles que estas provocaciones causaran la consiguiente reacción en la sociedad, que en su conjunto ha mostrado una madurez y una sensatez muy por encima a la que posee la actual clase política, porque en algún caso concreto se podría haber reaccionado asumiendo tesis vascas con suma consecuencia.
Ese estado de cosas ha explosionado en plena crisis económica por el agravio que supone jactarse de haber robado ante españolitos y españolitas que encuentran su manutención diaria en los contenedores. Y quien ha protagonizado este estado de la situación social ha sido el Partido Popular, que no por ser el único sí ha liderado los recortes económicos y sociales que han agraviado a una mayoría de ciudadanos y ciudadanas que se han visto alejados de la clase media en la que se habían insertado o visto en la necesidad de verse en la indigencia más cruel e indigna en un país desarrollado.
Decía que el PP está liderando la situación social existente por ser Gobierno, y ciertamente también por ser una organización política lo más parecida a una organización mercantil con actividad política primaria que a un Partido Político. Un liderazgo que solo cuenta con el reproche de un amplio sector social pero que ha estado aliado con el PSOE y ahora se ha evidenciado esta alianza que solo se manifestaba como un paripé.
En la afloración de esta alianza nadie puede extrañarse que el PP esté sostenido por millones de electores que son catalogados como su base electoral y que no son más que, en mi opinión, los ideológicos, los palmeros y los pesebreros, ampliando el concepto de pesebreros a la masa social subvencionada.
Y como siempre, amable lector que distrae su tiempo en este espacio periodístico, en lo cierto o equivocado, la verdad es que los hechos me suelen dar la razón pero si ello no se produjera con solo constatarlo me haría cambiar opinión. Pues bien, las personas ideológicamente de Derechas por muy podrido que se encuentre el PP le seguirán votando; pero luego están los profesionales de la política y que ciertamente no es exclusivo del Partido Popular, y éstos obviamente también le siguen votando, no olviden que es el único Partido Político que presume de contar con un millón de afiliados, que multiplicando por cuatro son una nada despreciable plataforma electoral, aunque al respecto conviene aclarar que es el único Partido Político que no ha revisado la afiliación, encontrándonos con que los afiliados a Alianza Popular y Derecha Democrática Española, que me conste, estamos aún afiliados al PP, desconozco si los de Unión del Centro Democrático (UCD) y el Partido Demócrata Popular (PDP) también han corrido la misma suerte; y, por último, están votándole los empresarios a los que defienden y trabajadores que se hallan vinculados laboralmente con el engranaje de la organización política, dándose los curiosísimos casos que trabajador@s de oficios que solo alcanzan a pagar la luz y el agua no solo tienen fuerzas suficientes para votarles sino que encima hacen proselitismo, lo que supone, desde mi humilde punto de vista, una absoluta aberración intelectual.
Y ahora, y no como en 2011 que al ganar las elecciones hizo todo lo contrario de lo que prometió en la campaña electoral, ahora ya no se crece económicamente tanto como hasta que consiguió la titularidad de la Presidencia del Gobierno sino que se van a tener que hacer recortes por imposición de Bruselas. Y mientras Bruselas le exige ajustes, los parlamentarios ven aumentar sus emolumentos legales y en Andalucía se les obsequia con un teléfono móvil de última generación. Lo que no ven son a personas de toda condición social dentro de los contenedores y sacando despojos para llevárselos a la boca.