Cuatro años y cuatro días después de haber ejercido el mayor honor que puede tener una persona, como es el de elegir a quien se desea le gobierne durante los próximos cuatro años, en el ejercicio de soberanía, que es la base del régimen de libertades públicas, que nos hemos dado y cuya máxima expresión es el voto.
Para quienes hemos conocido y padecido la consecuencia de los estertores de un régimen dictatorial, pueden hacerse una leve idea lo que supuso, por el ejercicio de gobierno de muchos emuladores, el mero hecho de ejercer el derecho a voto, en libertad y en secreto, genera un estado emotivo indescriptible. Y nadie mejor puede acompañar este emotivo estado anímico que las garrucheras y los garrucheros, particularmente, que tristemente se han visto obligados a rememorar tiempos pasados como fiel eje de un ejercicio de gobierno excluyente y no universal, como si un impulso emocional se hubiese convertido en la peor de las pesadillas para un pueblo en el que sigo sosteniendo que la Derecha interesada y desideologizada lo convirtió en un laboratorio político con las consecuencias archisabidas.
No es la primera vez que pretendo orientar el voto, y lo hago en estas Elecciones Municipales porque, en el medio siglo que llevo residiendo cada vez que se me brinda la ocasión hasta que no acabe mi vida laboral, nunca, y digo bien, he visto a Garrucha tan deteriorada como en estos doce años, cuando los que le precedieron adquirieron un grado de desarrollo social y económico que ponían como ejemplo allende sus fronteras, y justo es reconocer que con anterioridad también resplandecía con luz propia en el concierto del Levante Almeriense.
Mi opinión ha sido crítica con el actual Equipo de Gobierno, no por motivos personales pues tengo el gusto de conocer a varios de quienes lo conforman sino porque me ha entristecido observar un cierto grado de deterioro sin parangón en otro municipio, porque Mojácar le anda a la zaga pero sigue conservando la vigorosa playa. Yo he conocido a Garrucha como un referente comarcal con una vitalidad socio-económica digna de todo elogio, y que estaba siendo diseñada para conducir al Levante Almeriense hacia un futuro floreciente turístico y comercialmente más sostenible y homologable al generado en la zona la minería.
Estoy en condiciones de asegurar que Garrucha ha perdido en estos últimos doce años el tren de la modernidad para introducirse en el túnel del tiempo desde el que no se atisba ni un solo rayo de luz. Y ante este panorama se le ofrece la posibilidad a las garrucheras y a los garrucheros, pero también a los residentes que con su esfuerzo y capacidad están contribuyendo al desarrollo social y al bienestar social, de recuperar la vitalidad económica y la ilusión social con la garantía de una de los artífices de esa etapa como es Andrés Segura, del que nos consta a muchos haber colocado a Garrucha en la referencia del turismo almeriense.
Nadie mejor que yo, y digo bien, para pedirle al amable lector de Garrucha que distrae su tiempo en este espacio periodístico el voto para Andrés Segura, con el que también me cabe el honor se compartir una longeva amistad en lo personal como se constata por quienes comparten nuestros paseos cotidianos en invierno por el Paseo Marítimo y en verano por la Calle Mayor.
En Andrés Segura concurren una serie ilimitada de razones para reelegirlo Alcalde de Garrucha, y la primera es la opción de vida que representa frente a las dos tres opciones que se tienen el 26-M: la abstención o su oponente político. Andrés encarna una opción ante la que se alejan abismalmente las que representan las tres restantes opciones políticas, como es el aval de sus ocho años de gestión, en el más amplio sentido de la acepción, en Garrucha, y tan es así que tras más de una década aún siguen dando rédito político sus gestiones como Alcalde. Sirvan únicamente para ilustrar estos réditos políticos a los doce años de abandonar la Alcaldía las visitas que posee la remodelada Virgen en la playa detrás de la lonja, la frustrada prolongación del Paseo Marítimo sentido Mojácar, el felizmente acceso de los camiones cargados de yeso y el mal gestionado parking de la Plaza Pedro Gea, no habiéndose logrado olvidar socialmente con el silencio de la frustración la estación de autobuses y la Bandera Azul. Además, permítanme, amables lectores que distraen su tiempo en este espacio periodístico, desvele, porque el momento lo requiere, que varios regidores de la época me comentaron entonces que “con Andrés Segura Garrucha va a perder un gran gestor porque le coge la comarca en la cabeza”; y los hechos han avalado tal pronóstico.
Lo que realmente procede en toda campaña electoral por parte de la candidatura que encabeza la Alcaldesa en funciones es que al optar a la reelección hiciese un balance de su gestión, es decir una recopilación de cuanto ha hecho a lo largo de estos últimos cuatro años en la Alcaldía. Y desde el PP también podría hacer otro ejercicio de constricción política de sus ocho años como Alcalde y cuatro como concejal en la Oposición.
Pues bien, en contraposición a estos silencios se encuentra la capacidad y consecuentemente la gestión política que ha llevado a cabo Andrés Segura al frente de las responsabilidades políticas que ha tenido, porque la gestión, que es el verdadero y más auténtico argumento que puede utilizar un Candidato a la Alcaldía para pedirles el voto a sus convecinos y convecinas, está sobradamente reconocida en Andrés Segura, ya que es asimismo el aval más importante y que en Garrucha supone una garantía de futuro para que sea elegido Alcalde el domingo en la seguridad de que no defraudará.
yo votado andres segura de garrucha