Las tapas son una forma de comer que se ha convertido en toda una seña de identidad, no sólo de Andalucía sino de toda España. Sin embargo, su aparición en nuestra cultura no es tan antigua como podamos pensar. El “tapeo” tal y como se practica hoy en día, apenas cuenta oficialmente con unos 50 años de antigüedad. La primera vez que el diccionario de la lengua española recogió la acepción de tapa como alimento, fue en 1936.
Su origen, en cambio, es mucho más antiguo de lo que recoge el diccionario. Para cuando la Real Academia de la Lengua se dio cuenta de lo que eran las tapas, media España ya las consumía de manera habitual. Existen referencias escritas a las tapas o derivados desde antes del siglo XX. Cervantes ya hablaba en El Quijote de los “incitativos” o “llamativos”, refiriéndose a trozos de queso, aceitunas o embutidos que “llaman” a la sed. Quevedo utilizaba el término “avisillos” para referirse al aperitivo.
Las teorías sobre cómo se originaron las tapas, alguna relacionada con Almería, son múltiples y la verdad es que no se sabe a ciencia cierta de dónde provienen. La historia más antigua sobre el origen de las tapas se remonta al siglo XIII. A Alfonso X El Sabio se le atribuyen numerosos descubrimientos y méritos de lo más diversos, desde la redacción del primer tratado sobre juegos hasta el hecho de haber sentado las bases de la lengua castellana. Al parecer, el monarca castellano tendría que ver también con la invención de las tapas. Se dice que, durante una enfermedad, el médico le recomendó tomar un vaso de vino cada cierto tiempo y que el rey los acompañaba de pequeños platos de comida para evitar emborracharse.
Otras teorías viajan a la época de los Reyes Católicos, donde encontramos dos versiones sobre el origen de las tapas. Unos dicen que provienen de la comida que los soldados tenían que tomar de manera rápida durante la Reconquista, otros que las inventaron los taberneros para evitar los múltiples altercados que causaban los clientes ebrios. En una línea parecida se encuentra la teoría sobre el origen del término “tapa”; se dice que viene del francés “etapé”, el alimento que recibían los militares en sus visitas.
Está claro que la costumbre de ingerir alimentos en pequeñas cantidades para tomar energía o paliar los efectos del alcohol, debe existir desde hace siglos. Lo que se busca es el origen concreto de la tapa típica española. En esa cuestión sí hay coincidencia al indicar que el punto de partida está en Andalucía.
Antiguamente, en Almería se utilizaba una loncha de lomo o de jamón para tapar la copa de vino y evitar así que se “perdiera” el sabor. Es de esta costumbre almeriense de donde derivan las teorías más populares sobre el origen de la tapa.
Algunas fuentes apuntan al rey Fernando VII o Alfonso XII y una taberna de Cádiz llena de moscas, mientras que otras señalan al rey Alfonso XIII y una venta entre Cádiz y San Fernando, el Ventorrillo del Chato, que un remolino de aire llenó de arena. Fuera uno u otro, y fuera para proteger el vino del monarca de las moscas o de la arena, la cuestión es que se supone que el tabernero, con gran habilidad, logró salvar la bebida cubriendo el vaso con una loncha de jamón. Preguntado por el rey, el camarero le indicó que era un “vino con tapa”; al monarca le hizo gracia y quiso que su segunda copa viniera también con una tapa igual.
La anécdota, que involucra nada menos que al rey, parece poco probable pero es, a la vez, la más curiosa y la más aceptada. Lo que se sabe seguro es que el rey Alfonso XIII gustaba de la gastronomía andaluza y que sería él quien importó la costumbre de las tapas a la Corte en Madrid.
A finales del siglo XIX, Andalucía se llenó de unos locales ultramarinos o “tienda del montañés” que solían estar regidos por emigrantes procedentes de Cantabria. En estos “colmados montañeses” se vendía mercancía, pero también se servía bebida y comida. Los cántabros se asociaron con los bodegueros jerezanos y desde Cádiz se extendieron con éxito este tipo de locales.
De Andalucía a Madrid, de la capital al resto de España, y de ahí al mundo gracias en parte a iniciativas como la del chef José Andrés, que exportó las tapas a Estados Unidos con la apertura del restaurante “Jaleo” a principios de los años 90.
Las tapas son ya universales y buena cuenta de ello ha dado la celebración el pasado miércoles del I Campeonato Mundial de Tapas Ciudad de Valladolid, que ha contado con participantes de 16 países de todo el mundo.
En Almería las tapas han evolucionado bastante desde aquella loncha de jamón sobre el vaso de vino. La última prueba la tuvimos el pasado fin de semana con “Delicia Carboneras”, la propuesta ganadora de la II Edición de la Ruta de la Tapa de Carboneras.
En los próximos días, podremos disfrutar de las originales propuestas del V Festival “Tapas de película”, organizado por la Asociación de Hosteleros de Almería, que cuenta con la participación de 34 establecimientos y durará hasta el próximo 19 de noviembre.