Bruma ha muerto. Bruma, mi fiel y leal compañera durante 11 años y 7 meses falleció el pasado día 13 de julio, miércoles, dichosos miércoles, en una clínica veterinaria tras haber estado intentando ocho días superara su dolencia, provocada por la Displasia que poseía.
{mosimage}Comprendo que a algún/@s le resulte, cuando menos, chocante que escriba un obituario a un perro, pero lo que no comprendo es la escasa sensibilidad de que se está haciendo gala y que contienen algunos elementos de nuestra sociedad, que fomentan todos los valores contrarios a los tradicionales y encima piensan estar en la buena línea y en acierto cuando sus vidas personales se han convertido en un mar de lágrimas y las profesionales en un fracaso continuo. En fin, allá cada cual, en la seguridad de que a cada cerdito le llegará su Sanfermín, según vengo constatando en mi ya larga vida. Y digo esto, porque no entiendo el daño gratuito, el daño como medio, y mucho menos entiendo, y supongo que a estas alturas jamás lo entenderé, el jugar con los sentimientos de las personas, como tampoco de los animales, y puedo asegurar que éstos sienten.
Nació como Broubier, nombre eminentemente francés, y que corresponde a la segunda camada de dos Pastores Alemanes, madre española y padre alemán, que fue insuficiente para que quedara libre de Displasia, ya que nació con ella en la ciudad de la Alhambra, donde ella pasaría sus primeros meses y yo disfrutaría de los mejores diecinueve años de mi vida. Y puedo asegurar que desde el primero momento proyecto su imagen de nobleza, bondad y generosidad que la han caracterizado y afamado durante sus casi doce años de vida. Ha sido su buen carácter lo que le hizo ganarse el cariño del entorno familiar con el que vivió y el de sus vecinos, una perfecta combinación con su innata elegancia, como es la verdadera, y belleza inmensurable, que en su adolescencia, juventud y madurez consiguieron atraer a los amantes de los animales para procrear, lo que truncó su atropello por un energúmeno que conducía una furgoneta.
Esa nobleza y bondad que le caracterizaron y reconocían propios y extraños se tornó mucho más acentuada durante su jovial juventud, ganándose la admiración por su buena sintonía con los niños y niñas que le mostraron si excepción su cariño, afecto y simpatía, y junto a ellos pasó inolvidables ratos de juguesca haciendo las delicias de todos cuantos les observábamos. Tanto en Garrucha, donde pasaba épocas vacacionales, como en Zurgena, a donde acudía días de campo y asueto, en Ciudad Jardín (Almería), donde consiguió fácilmente hacerse de amigos y amigas que acompañaba al Paseo Marítimo, como en la Urbanización Vista Puerto donde habitó y consiguió ganarse el cariño, afecto y simpatía especialmente de los niños y donde la cuidaron como una más pese a la atención permanente de su también fiel y leal amigo, y a los que quiero agradecer cuanto por ella manifestaron y ahora han sentido su muerte, Bruma hizo gala de esas cualidades que le caracterizaron, reconocieron y le sirvieron para ganarse a la gente.
Ella ha vivido junto a mí los últimos doce años de mi vida, habiendo compartido los altibajos que me ha deparado la misma, participando de los momentos felices y convirtiéndose en mi mejor aliada y cómplice en los bajos y padeciendo las consecuencias que de ellos se derivaron.
Podría contar hacer este espacio periodístico ilimitado en cuanto a espacio se refiere también contando y describiendo infinidad de detalles y complicidades vividas por ambos a lo largo de estos once años y siete meses que día a día, excepto durante algunos espacios de tiempo relativamente cortos. Su desaparición ha dejado un enorme vacío y están siendo muchísimas las personas que le honraron con su cariño las que me preguntan por ella. Bruma nunca hizo daño, a ella sí que se lo han hecho, que es lo mismo que decir que me lo han hecho a mí también o me lo han hecho a mí por hacérselo a ella. Y sigo pensando que nunca entenderé, mucho menos, el daño gratuito, sin razón alguna que lo justifique. Descanse en paz, Bruma.