La deteriorada situación interna en la Policía Local de Garrucha la detención de quienes protagonizaron el “atentado”, en expresión del superconcejal socialista José Caparrós, contra la baranda de mármol, lo que no impide que popularmente se le atribuya a la barredora como desde el principio se pensó en el pueblo.
Como ya se ha contado, ante la docena de miembros que conforman el cuerpo de la Policía Local en Garrucha, dirigida personalmente por la alcaldesa, María Antonia, López, quien no ha delegado en concejal alguno, dos agentes se encuentran en baja laboral por razones psicológicas asi como otro se encuentra trasladado en Mojácar y otro agente en Vera, con lo que el cuerpo de la Lolicía Local en Garrucha se halla con la mitad de sus agentes.
Y en esta situación se produjo una considerable rotura de la baranda de mármol que el concejal Caparrós consideró coomo consecuencia de un “atentado”, lo que produjo una cierta alarma social en el Levante Almeriense por considerar que en la frustrada “Capital del Levante” se estaba convirtiendo en una cuna de terroristas, no habiéndose detenido aún a ninguno de los potenciales causantes de los importantes daños provocados en la baranda de mármol, aunque la creencia popular piensa que el derribo de un trozo de baranda fue provocado por el conductor de una barredora y atribuyen al Equipo de Gobierno estar “tapándolo”, traspasando la sensación de ineficacia e incapacidad a la Policía Local.
Resulta sumamente significativo y digno de destacar que la Guardia Civil haya detenido a los autores de los pinchazos y rajas a las ruedas de los coches aparcados, y llama poderosamente la atención que el superconcejal y brazo derecho de la alcaldesa conozca que los daños a la baranda haya sido causada por un “atentado” y no haya sido detenido su autor por la Policía Local.
La barbarie se ceba en la baranda de Garrucha
aspecto que ofrecía el trozo de baranda de mármol en Garrucha a primeras horas de la mañana del día de los hechos.
Como la rotura la han realizado exactamente enfrente de mi piso, cuando vi a dos operarios trabajando en ella pensé que se trataba del arreglo de algún desperfecto pues los cascotes ya los habían quitado, hasta que me enteré de lo sucedido. El Ayuntamiento ha actuado con diligencia encomiable y la ha reparado enseguida, aunque no hubiera estado mal haberla dejado unos días para deshonra y oprobio de sus autores, pues seguro que es más de uno.
Confieso que más que indignado por el desmán cometido estoy avergonzado de que haya personas que, invadidas por alguna malquerencia no digerida, sean capaces de hacerle daño a los bienes de Garrucha y a su buena imagen, que ningún mal les ha hecho. Claro que la salvajada ha ocasionado gran indignación en la población según se lee en las redes sociales.
La baranda, por su belleza, calidad y 1.482 metros de longitud, es parte sustancial del patrimonio artístico de Garrucha. El orgullo legítimo de todos; celebrada y retratada por los miles de turistas que nos visitan, lo que hace que sea conocida en muchos lugares de España.
Pues bien, esa bonita baranda, tan celebrada, siempre ha tenido enemigos. Desde que se colocó en 1985 ha sufrido numerosos destrozos. En los catorce años en que estuvo instalada siendo yo el alcalde la rompieron varias veces sin que tuviéramos la suerte de haber cogido alguna vez a los sujetos que la dañaron. Pero tengan la seguridad sus enemigos que no podrán con ella, pues siempre habrá un pueblo y un Ayuntamiento que la protejan.
No se puede entender que una persona o varias lleguen una noche y, por odio o vaya usted a saber, se entreguen en ella con furia salvaje para intentar destrozarla. Son cosas que no se comprenden, máxime en una sociedad tranquila y acogedora como es la de Garrucha.
Es probable que esos bárbaros estén orgullosos de su ‘hazaña’, de su delito. Incluso puede que lleguen a un corro donde se hable del tema y sean ellos los primeros en condenar su propia salvajada. Seguro que no serán capaces de alardear de su bajeza moral ante su familia, novia o amigos. Son seres poseídos de sus inquinas que les impulsan a dañar lo bueno que tienen en su tierra, incapaces de valorar la belleza de una gran obra. En realidad son una pobre gente.