Me parece obligado señalar que mi agradecimiento al todavía presidente de la Generalitat Carles Puigdemont está justificado por haber conseguido generar en la sociedad española un sentimiento nacionalista como jamás ha existido en el último medio siglo, sentimiento arraigado en el conjunto que dista mucho del capitalizado por Alianza Popular y el PP. Y al hilo de este agradecimiento debo agradecer en lo personal a Puigdemont que me haya liberado de ser un facha como me tildan los socialistas y de un traidor como lo vienen haciendo los autodenominados populares, lo que más pronto que tarde aclararé con la sinceridad que me caracteriza.
Pues bien, esta exaltación nacionalista que se ha producido durante la última semana y ha culminado oficialmente este 12 de Octubre hay que agradecérsela al presidente Puigdemont, al que yo vengo sosteniendo que actúa como nieto político de Jordi Pujol y en quien considero está la clave de cuanto viene ocurriendo. Así, pues, pienso que de la descabellada acción política que comenzó tras la celebérrima entrevista de Artur Mas con Mariano Rajoy son conscientes todos los gobernantes de Cataluña y se está utilizando como medio para conseguir otros fines; fines muy distintos, en mi opinión, a la proclamación de Cataluña como nación.
Yo sigo sosteniendo que todo el problema creado con el independentismo en Cataluña hay que inscribirlo en lo económico, tanto de la Comunidad Autónoma como de sus dirigentes más conspicuos –Jordi Pujol, Artur Mas y ahora Carles Puigdemont-, y tal vez antepondría los intereses personales a los catalanes.
No conviene olvidar que desde la asunción de Artur Mas de la Presidencia de la Generalitat y el convicto enriquecimiento de Jordi Pujol viene amenazando éste con publicar un supuesto dossier que en su hipotético delirio tremens haría caer el sistema político de libertades públicas que nos dimos en España en 1978. Y ha sido tras esta amenaza cuando se ha desencadenado la sucesión de hechos que han provocado la psicosis nacionalista que padece España. Por consiguiente en este contubernio habría que encontrar la solución mediante los que unos llaman diálogo y otros negociación.
Elucubraciones aparte, en el plano estrictamente político que son las demandadas actualmente, por ende, no deja de llamarme poderosamente la atención el alarde de prepotencia que viene haciendo Carles Puigdemont al considerarse impune y al parecer encontrarse por encima de la Ley, que deberá ser lo que le permite retar a las mismísimas instituciones del Estado sin consecuencia alguna. Esto es justamente lo que me molesta, y, por lo que escucho y leo, irrita sobremanera a muchos españolitos y españolitas de a pie, que haciendo la milésima parte de lo que está haciendo Puigdemont estaríamos en la cárcel para una buena temporada. Es justamente la gran recriminación que un amplio sector social le viene haciendo al Presidente del Gobierno, que sólo él debe conocer las consecuencias de colocar a Artur Mas y a Carles Puigdemont ante la Justicia como al común de los españolitos y españolitas de a pie.
Y en lo políticamente partidista, tengo la fundada impresión de que Pujol, Mas y Puigdemont están consiguiendo lo contrario de lo que pretendían hacerle a Mariano Rajoy, porque si querían debilitarlo políticamente mucho me temo que esta explosión de nacionalismo le está consolidando complementariamente como primera fuerza política toda vez que popularmente se tiende a solidarizarse con el Gobierno ante situaciones de dificultad. Pero también habría que tener presente, y tal vez sea esto la razón por la que el PSOE de Pedro Sánchez no se ha involucrado entusiásticamente con el fervor nacionalista español, que durante los cuarenta años que llevamos de democracia la bandera española, el patriotismo y el sentimiento nacionalista español está capitalizado por la Derecha y relegado por la Izquierda, por lo que resulta fácil deducir que Mariano Rajoy se habrá colocado como la solución al envite de la Generalitat.
Intuyo que ninguno de los tres Presidentes de la Generalitat tendrán dificultades legales, que en el peor de los casos serían indultados, y el futuro les será sumamente halagüeño y el reto independentista pasará a la Historia como un hecho que no deberá repetirse. Y en lo electoral, me permito aventurar que el PP capitalizará la solución al envite independentista y el clamor españolista que se ha producido en todos los rincones de España.
Y lo que evidencia todo el problema independentista explosionado por Artur Mas y Carles Puigdemont en Cataluña es que el Estado de las Autonomías ha fracasado en España, retrotrayéndome a 1978 cuando Alianza Popular se opuso al Título VIII de la Constitución lo que motivó su voto en contra a la Carta Magna y que fue lo que provocó la ruptura de este partido político, resultando Derecha Democrática Española como escisión de AP. Han tenido que transcurrir 40 años para que el tiempo les de la razón a Federico Silva Muñoz, Gonzalo Fernández de la Mora, Cruz Martínez Esteruelas, Licinio de la Fuente, Laureano López Rodó, Enrique Thomas de Carranza y Manuel Fraga Iribarne.