En una casa de Carboneras se presentó alguien de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace poco tiempo que se impone un vecino, de los de empresa que cierra, modales difusos, argumentos infundados, ambición desmedida y amigos influyentes.
Colocó una valla de algo más de negocio que de razones, coacciones cada día, acoso y amenazas los sábados, insultos los viernes, una zanja junto a la valla de añadidura los domingos, consumían tres cuartas partes de su tiempo. El resto de él, concluía en tratar de vender terrenos, arreglar permisos para sus intereses con sus pantuflos de lo mismo, los días de entresemana se honraba justificándose en sus formas sin ningún éxito.
Y es que este tema, es quijotesco y prefiero tomármelo con humor aunque algún “molino” se me quiera presentar como gigante. Al “O pagas, o te corto el camino” le siguió una verja que me aleja de poder llevar una vida normal mientras me acerca los dolores a la espalda cada vez que me agacho, a las rodillas cuando me levanto y a los dos sitios hasta que subo la cuesta o para el resto del día, la ansiedad, impotencia y una ambulancia que no pudo subir por aquel camino, y cuando lo hizo, un rato amplio después de los sanitarios, preferí quedarme en casa, no vaya a ser que después no pueda pasar arrastrándome bajo las rejas de aquella imposición.
A la mañana siguiente, sin motivos aparentes, el que puso precio a mi salud se presentó con un “Aquí van a arder hasta los perros”, me sonó a amenaza cuando era premonición. Llegó la notificación de la fecha del juicio, y al día siguiente se cumplió la profecía, una de cal y otra de arena. Mi coche apareció calcinado, a las siete de la mañana seguía saliendo humo entre los hierros, tan parecidos a los hierros de un trágico recuerdo, en su aspecto y en la sensación que se forma.
Aquel recuerdo es como una foto antigua de un familiar sobre la balda de un mueble, aunque fue hace mucho tiempo ese pasado se vuelve presente como si el tiempo no pudiese poner distancia entre ambos. Ya nos habíamos asentado en Carboneras, y fuimos a Navarra aquel 2001 para ver a los nuestros, apurábamos en Leiza los últimos días de la visita comiendo con unos amigos antes de volver a Pamplona para despedir las fiestas de San Fermín un 14 de Julio.
El tiempo se paró aquella mañana con un ensordecedor estallido, gritos, gente corriendo, una furgoneta calcinada y nunca más volvimos a ser los mismos. Se da la circunstancia de que a aquel hombre también le quemaron el coche días antes, y aunque esto no es aquel terrorismo, comparte una similitud; su objetivo es que se incorpore el miedo en cada poro de la piel, en cada pensamiento, en cada célula… y muchas diferencias; las obvias y el brutal silencio de unas instituciones cada vez más desprovistas del carácter público. Si me resulto difícil digerir que un ayuntamiento hubiese dado permiso para negar el acceso a mi vivienda en base no sabemos a qué, se me atragantó que no me recibiesen, ni valorasen mis razones y argumentos, que no respondan a las reclamaciones de otra forma que no sea con un silencio y una indiferencia absoluta hacia la situación que ellos han creado y a sus consecuencias.
Déjenme que les diga, que si alguien considera que ese camino es suyo y no mío, si entiende que le tengo que pagar una u otra cantidad de dinero, que lo reclame. Pero que no me impongan su interés y su punto de vista con vallas y amenazas. Que defienda sus argumentos si los tiene, pero que lo haga con honor y sentido común, que reclame en el lugar y en la forma que corresponde; en un juzgado.
Y esto es lo que debería promover un ayuntamiento y sus instituciones, el respeto a las normas, que al fin de cuentas es el derecho y las leyes los que nos hace a todos españoles, respeto a los valores sociales, hacia la convivencia, la conciliación de derechos y las normas cívicas que nos alejan del axioma de “la ley de la selva” donde se esconden los más bajos principios morales, entre recalificaciones y otros chanchullos. Y al resto, a los que tienen voz y medios para solucionar este y otros problemas, a los partidos políticos y a los que están muy ocupados sacudiéndose las responsabilidades públicas que estorban o no encajan bien con los intereses que persiguen, decirles que su silencio no me sorprende, hace ya mucho que no espero nada de ustedes, al menos nada bueno, y ya saben, quien calla, otorga.
Y es en ese silencio donde quien quiso que mi coche fuese quemado y aquellos que lo hicieron, encuentran la tranquilidad, posiblemente sentados en la barra de un bar apurando el trago salvador que calme ese paladar seco y dormido hasta las encías, lenguas de trapo, pachuli y un sabor amargo en la garganta, como si tragasen gasolina. ¿Es eso el éxito? , ¿Hasta dónde piensan llegar? Quien escribe estas líneas no es Aurora García, que bastante tiene con la valla, con que le acosen hasta el punto de ver su coche reducido a un chasis ennegrecido y con el luto de mi padre y mi tío, al tiempo que espera los resultados de esos análisis en aquella edad mientras va y viene a la abogada, a poner la correspondiente denuncia, o tratando de encontrar algo público entre tanta institución del silencio.
Y lo que me lleva a hacerlo es dejarles claro, a ustedes, a los que evitan asumir sus responsabilidades derivadas del ejercicio de lo público, que esto está sucediendo porque ustedes lo consienten. ¿Se imaginan que nadie hubiese hecho y dicho nada aquel 14 de Julio? Las diferencias son obvias, está claro.
El dinero parece que rige el panorama político cada vez con mas descaro, aquí gracias a la actitud de mucha gente y al apoyo de la Gaceta, entre otros, hemos podido hacer frente a esta situación. Nos hemos encontrado con una persona que no representa a Carboneras, pero cuando se juntan dos o tres como este pueden hacer mucho daño. Un saludo desde Beriain y desde Carboneras.
Aula Aitor, desde Potasas todo mi apoyo. Supongo que todavía queda gente por allá que piensa que se siguen rodando wensterns Por Tabernas
Un saludo Pedro, esto en Potasas no pasa ya lo sabes… Y eso que somos un pueblo único hecho de gente de todas partes. El problema aquí es que hay gente dedicándose a sacar tajada de recalificaciones y otras practicas similares, y entre chanchullo y comisión se crea un ámbiente de clientelismo que pasa por encima de todo.
Me parece q hoy en dia es el poder y no la razon y sobre todo el poder del dinero el q quiere regir los destinos de todos,como no nos unamos todos contra este mai hacer e indiferencia vamos mal.Yo te apoyo desde Elizondo en lo q hagas