A estas alturas de la Historia y cuarenta años después de salir de una dictadura se cierne sobre las españolitas y españolitos de a pie uno de los pilares fundamentales que sostuvo al Régimen de Franco, cuyas consecuencias están siendo estudiadas en los centros de investigación, como señalé hace ocho años.
La hipersensibilidad social por lo sucedido viene dada tanto por las atrocidades cometidas como por el amplio sector de la población que las padeció, así como por el ingente número de españolitas y españolitos que están siendo víctimas de tan execrables comportamientos actualmente en su vida cotidiana. En sus centros de trabajo, en concursos públicos a los que concurren y en todo aquello en que la Administración Pública interviene, que viene a estar presente en casi toda la actividad personal o profesional se cometen clamorosamente acciones sectarias que está adoptando el responsable gubernamental como medida de control para mantenerse, generalmente, en una actividad que ha convertido en profesión y erigido en modus vivendi.
¿Pero toda aquella adversidad administrativa con la que nos encontramos puede ser catalogada como sectaria? María Moliner, en su Diccionario de Uso del Español, asegura que sectarismo es toda aquella “cualidad o actitud del sectario”, definiendo a éste como el “seguidor de cierta secta” o concepto que “se aplica al que sigue fanáticamente una doctrina, y a su actitud, opiniones, etc.”. ¿Y que es una secta?, pues María Moliner la define en su obra como “doctrina enseñada por u maestro y seguida por sus adeptos”. Manuel Seco, en su Diccionario del Español Actual, relata que “la facultad de comprender a los otros es la que distingue al intelectual puro e independiente del que no lo es, del sectario, del que se convierte en juez severísimo e implacable de los otros”.
Este comportamiento sectario, que caracterizaba a la Administración Pública del Régimen de Franco que como se recuerda era de todo menos pública, se ha incrustado en algunas parcelas de la Administración Pública del Estado de Derecho del que disfrutamos en la actualidad y descubierta la memoria histórica en amplios sectores sociales afectados. Penalmente castigado sectarismo por razones políticas, religiosas o de raza, la picaresca española, y más exactamente la de algunos responsables políticos gubernamentales, se lleva a cabo su práctica con total impunidad, produciéndose casos dantescos que ni los más avezados admiradores de los repugnantes dictadores de la destrucción moral del individuo durante la primera mitad del siglo XIX llegarían a alcanzar.
Es un hecho comúnmente aceptado en la actualidad, y por tanto se practica sin pudor, no solo manifestado en la aplicación severa e inquisitorial sino con fines discriminatorios y como medio para eliminar el acceso al goce y disfrute del adversario político. Y tal aceptado se ha socialmente que los almerienses de a pie hemos observado, en tanto que las nijareñas y nijareños padecido, que, por reiterativo que resulte, el Ayuntamiento de Níjar, por cierto gobernado por el Partido Popular, ha recuperado el Certificado de Buena Conducta que se emitía como condición necesaria durante el Régimen de Franco como requisito para acceder a un servicio público de ámbito municipal, y como no podría ser de otra manera emitido por el Jefe de la Policía Local. Habría que estar atentos a la terminología que regula ese Certificado de Buena Conducta, y que se entiende como tal, porque bien distinto sería que no obrasen en las dependencias policiales antecedentes de maña conducta al que se observase la conducta, buena o mala, del nijareño o nijareña. Con independencia del concepto, al que habrá que estar atento, el hecho supo un tic franquista que sobrepasa con creces todo lo tolerable. Y no es el único caso.
Un amplio sector de la sociedad española, y de la almeriense en particular, se siente impotente ante el elevado grado de sectarismo existente entre algunos de nuestros responsables gubernamentales, hallándose con el mismo estado de opinión que el existente en el Régimen de Franco, en el que la discriminación era uno de los pilares que lo sostuvieron y del que buena muestra parecen haber tomado algunos.
efecivamente, sectarismo mafioso, y lo del certificado de buena conducta me recuerda a los años de la dictadura , eso no puede ser legal